Ante el riesgo de que se me agotara el ímpetu patriótico antes de empezar, adopté la política de los hechos consumados.
Sin pensármelo, descargué una copia de la solicitud de naturalización del portal del US Bureau of Citizenship and Inmigration Services (www.uscis.gov), la entidad gubernamental encargada de decidir quién merece o no incorporarse de pleno derecho al "melting pot" del país.
El documento en cuestión, el N-400, contiene 10 páginas, sin contar las siete de instrucciones. Rellenarlo no es particularmente difícil si uno ha tenido una vida más bien aburrida y carece de un pasado en el narcotráfico o un partido totalitario.
Así que el apartado que más quebradero de cabeza me dio fue el que obliga a listar todos los viajes al extranjero en los últimos cinco años. Esto me lleva al primer consejo: nunca tiren los pasaportes caducados, por mal que se vean en la foto.
Una vez rellenado, lo que me tomó unos 40 minutos, introduje el N-400en un sobre, junto a las dos fotografías, un cheque por 675 dólares (nada es gratis) y lo despaché anticipando una larga espera.
Dada la fama de la migra, la sorpresa fue recibir en menos de un mes una cita para tomarme las huellas.
En unos 20 minutos me tomaron las medidas biométricas y explicaron que, de no aparecer nada truculento en mi pasado, me citarían para la famosa entrevista, en la que hay que demostrar un manejo rudimentario del inglés y conocimientos básicos sobre Estados Unidos.Digo rudimentario en el sentido literal de la palabra, ya que en mi caso consistió en escribir "George Washington was the first president of the United States", y luego leer esa misma frase. Con esta dificultad, hasta con sólo meterse el primer video de "Inglés sin Barreras" se puede pasar la prueba.
Para estudiar la parte de conocimientos "cívicos" de la entrevista, te entregan lo que se puede considerar el manual del buen patriota, o lo que es lo mismo, un cuaderno titulado "Learn About the United States".
El librito de 29 páginas contienen las 100 preguntas (con sus respuestas) sobre la historia, el sistema de gobierno, las tradiciones y la geografía estadounidense que pueden aparecer en la prueba.
La mayoría son tan sencillas como cuál es la capital del país, pero también hay otras más peliagudas sobre derechos, responsabilidades y peculiaridades del sistema de la nación.
Dado el nivel de cultura general del personal en la calle, me apuesto un jamón de Virginia a que más de uno nacido aquí se colgaría con unas cuantas de las preguntitas.
Aprovecho la ocasión para dispensar mi segunda recomendación: afinquen los codos y no se confíen en que con cinco respuestas correctas de 10 preguntas se consigue el aprobado.
Tres consejos:
- Nunca tires los pasaportes caducados
- No te confíes en que con cinco respuestas correctas de 10 preguntas se consigue el aprobado
- Ve a la cita cargados de paciencia y con el estómago lleno
Me vestí con el traje de las bodas, saqué fotocopias de todos los documentos y con el temor de cometer torpezas como confundir en las preguntas el Bill of Rights con Bill O'Reilly, me dirigí el día señalado a la cita.
En la carta de inmigración aseguraba que la cita era a las 11:15 am, así que a las 11 en punto entraba por la puerta de la sala de espera presidida por una foto de Obama sonriendo.
Siguiendo las instrucciones, apagué mi celular y me senté a esperar que llamaran mi nombre. Abrí el periódico y me sumergí en la lectura.
A mis espaldas había unas señoras de origen asiático practicando con una abogada las posibles preguntas de índole que podían afrontar en la entrevista.
Desde luego que sus vidas habían sido más movidas que la mía, ya que repetían una y otra vez en un inglés entrecortado respuestas sobre matrimonios, divorcios y algo sobre un arresto en el metro por vender DVD piratas. La abogada lo llamaba "venta sin permiso reglamentario".
Tras cuatro horas de espera, con el estómago rugiendo del hambre y cuando daba mi nombre por perdido en el laberinto burocrático, una voz que me sonó angelical pronunció mi apellido.
Aquí inserto mi tercer consejo: vayan a la cita cargados de paciencia y con el estómago lleno.
Una agente de inmigración afroamericana me hizo pasar a su oficia, y con cara de cansada y evidentes molestias en la espalda, empezó a rebuscar papeles en mi expediente.
Tras despechar la prueba del idioma, pasamos a las preguntas sobre "cívica", la parte que más me intimidaba. "Recuerda, las primeras diez enmiendas constitucionales son el Bill of Rights, nada de Bill O'Reilly", me decía por dentro.
Temor infundado. Me lanzó con voz cansada las cinco preguntas y las bateé fuera del parque, como Sammy Sosa antes de palidecer, por lo que no hizo falta poner más a prueba mis conocimientos.
Fueron más bien sencillas, como cuál es el río más largo de Estados Unidos (Mississippi), o quién es la presidenta de la Cámara de Representantes (Nancy Pelosi).
Con alegría contenida, fui respondiendo que no cuándo fue preguntado si había cometido alguna vez algún delito, estado en la cárcel, pertenecido al partido nazi... hasta llegar al esperado: "congratulations, you have been approved".
"Ahora debe esperar a que le llegue la notificación para la ceremonia de jura para completar el proceso", me advirtió la funcionaria.
Al salir, me fijé que en la pared de la sala de espera Obama seguía sonriendo. Dejé de ser un invitado, Mr. President.
| Sitio del US Bureau of Citizenship and Inmigration Services |
|---|
| Formulario N-400 |
| Tu propio test |