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Respect for the truth is almost the basis of all morality.
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sábado, 27 de julio de 2013

Peña Nieto: fin a la luna de miel

Los planeados ataques contra la Policía Federal en Michoacán, el martes y miércoles pasado, evidenciaron claramente que pese a la estrategia de mantener en un bajo perfil la lucha contra la delincuencia organizada y de la supuesta baja en el índice de homicidios, la violencia continúa incontenible.

Las emboscadas de Los Caballeros Templarios no sólo mostraron que la fortaleza de los grupos criminales se mantiene intocada, sino también que el abierto desafío de esas agrupaciones contra el Estado mexicano ha escalado, pues se trató de una operación bien planeada y de gran magnitud, como no se había visto anteriormente.

Es decir, estamos ante la presencia de delincuentes debidamente organizados y equipados con armas sumamente potentes que tienen la firme resolución de hacer todo por mantener impunidad y estatus que les permita continuar con sus actividades delictivas, sin que se vea una solución de fondo en el horizonte.

Lo único claro es que el Estado ha perdido el control territorial de amplias zonas del país que han sido ocupadas por los grupos del crimen organizado, y no será con retórica tipo “el gobierno regresará la paz y la tranquilidad a los habitantes”, ni con el envío de más efectivos militares como se solucionará este grave problema, que hoy por hoy tiene sus aristas más inquietantes precisamente en la entidad donde en 2007 Felipe Calderón comenzara su guerra contra el narcotráfico. Tal parece que nos encontramos ante un desalentador deja vu.

Además, los ataques llegan en mal momento para el gobierno de Enrique Peña Nieto, pues el panorama para éste no es tan halagüeño como hace meses.

Por un lado, nos encontramos ante un contexto lleno de promesas incumplidas y de reformas —como la educativa y la de telecomunicaciones— que se encuentran truncas ante la ausencia de leyes secundarias, y en donde las anunciadas reformas energética y política polarizan y confrontan a las diferentes fuerzas políticas, lo que pone en riesgo al llamado Pacto por México.

Pero por otro, en el país ha bajado el empleo, la recaudación, la inversión y el desarrollo, mientras lo único que se incrementa es el desempleo y la desesperación.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la tasa de desempleo se ubicó en 4.99% de la Población Económicamente Activa (PEA), en junio pasado, cifra superior al 4.81% registrado en el mismo periodo del año pasado.

Y en la coyuntura de la desesperación, se tiene un registro de más de 150 protestas sociales en 16 estados en los primeros meses del gobierno de Peña Nieto.

Por si fuera poco, según el Focus Economics, “los sectores doméstico y externo siguen arrojando signos de fatiga”. En este contexto, los indicadores representativos de esta desaceleración son las exportaciones de mayo, así como la caída en la confianza del sector manufacturero y el nivel de confianza del consumidor.

En consecuencia, panelistas financieros del LatinFocus bajaron su pronóstico de crecimiento para México por tercer mes consecutivo, para dejarlo en julio en 2.9%, en tanto, para 2013 BBVA y UBS lo ajustaron de 3.2 a 2.5%, y la Cepal de 3.5 a 2.8 por ciento.

Estas desalentadoras previsiones se suman al recorte de expectativas de otros grupos financieros. En total son 20 las corredurías, grupos de análisis y consultorías financieras que bajan consecutivamente sus previsiones del PIB para México, en los dos últimos meses.

De esta manera, hoy ya nadie habla del 3.9% para el cierre del año. Ni siquiera el anuncio de la mega-inversión para infraestructuras ha logrado volver a las expectativas de crecimiento a niveles más estimables.

De frente a este panorama no es casualidad la caída de la popularidad de Enrique Peña Nieto, ya que según el más reciente sondeo de GEA-ISA, el mandatario perdió diez puntos porcentuales de las simpatías mostradas en el ejercicio previo.

Todo parece indicar, entonces, que la luna de miel se ha terminado, y que, como en sexenios pasados, la dura realidad es lo que se ha impuesto una vez más.