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domingo, 28 de julio de 2013

Mercado “del placer”… Más trabajadores,menos ganancias

Tegucigalpa,Honduras -¡Bienvenidos al mercado del placer! Aquí no hay carpas, sombrillas, champas de madera ni bebés que duerman en cajas mientras sus madres venden naranjas. Tampoco se corre el riesgo de que el “producto” sea decomisado, como suele ocurrirles a las mujeres que salen corriendo con sus carretillas llenas de verduras, en pleno centro de Tegucigalpa.

En pleno centro de Tegucigalpa, las “vendedoras” de placer se preparan para una jornada más de trabajo.

En este “mercado” solo se vende carne, pero no de res, ni de cerdo, sino de seres humanos, la cual se “consume” con besos, caricias y relaciones sexuales.

Los “comerciantes” de este rubro son jovencitas, chicos gay, madres solteras, transexuales, amas de casa y hasta mujeres maduras para quienes su cuerpo es su único capital.

Solo Dios conoce sus vidas y sus corazones… Lo cierto es que el oficio más antiguo de la humanidad se está convirtiendo en una actividad económica en crecimiento, pero cada vez menos rentable.

No está lejano el día en que las Encuestas del Instituto Nacional de Estadística (INE) deberán incluir el comercio sexual como una rama de ocupación más dentro del mercado laboral.

LOS COMERCIANTES

La falta de un título profesional, de experiencia, conocimientos de inglés y de computación, ha excluido a miles de jóvenes del mercado laboral.

Si aparte de eso, se es homosexual, madre soltera o mujer mayor de 30 años, la situación empeora por cuestiones de moral, disponibilidad de tiempo e imagen.

Muchas mujeres maduras arriesgan su vida al vagar por las calles a altas horas de la noche, en busca de clientes.

Y así, mientras las puertas de un empleo convencional se les cierran a estos hondureños, el “mercado del placer” les da la bienvenida con los brazos abiertos. Lamentablemente, nunca falta quien decida lanzarse a este abismo.
En el centro de Tegucigalpa desfilan a diario una veintena de mujeres vestidas con pantaloncillos cortos y blusas ajustadas. Las hay de cabello rubio, negro o rojo; esbeltas,  u obesas, altas, bajitas, jóvenes y maduras.

“A mi edad ya no me dan trabajo y tengo que mantener a mis cuatro hijos”, dijo de manera escueta una de las mujeres que permanece en el Parque Central, pues igual que el resto de sus compañeras, teme ser retirada del lugar.

Sin embargo, el “negocio” ya no es tan rentable. Las llamadas “prepago”, los transexuales, las casas de masajes eróticos y los centros nocturnos exclusivos hacen que la competencia sea enorme para quienes ofrecen sus servicios sexuales en la calle.

No obstante, según la Red Trans Tegucigalpa, la crisis en el negocio no es cuestión de competencia, sino más bien de inseguridad.

“En las calles ya no se hallan clientes como antes por la situación de los crímenes, por el peligro que hay”, explicó la coordinadora de dicha organización, Rihanna O’Farrell.

Detalló que en la organización hay 70 transexuales de 18 a 28 años, de los cuales al menos el 50 por ciento labora en el comercio sexual.

La actividad “ya no está generando mucho recurso financiero; es más el riesgo que se corre y a veces solo se gana de 300 a 400 lempiras”, lamentó.

CRISIS ECONÓMICA

La reducción de la rentabilidad del comercio sexual “callejero” no solo se debe a la inseguridad. Los jóvenes de hoy ya no se “hacen hombres” en prostíbulos, como en el pasado. En estos tiempos ya no hay necesidad de “pagar” para iniciarse en estos menesteres.

El anhelo de obtener dinero fácil y rápido hace que muchas jóvenes decidan dedicarse al comercio sexual.

La Encuesta Nacional de Demografía y Salud (Endesa), realizada por el INE en el 2012, indica que el 66.7 por ciento de las jóvenes tienen su primera relación sexual antes de cumplir los 15 años.

“La pobreza y la inestabilidad económica se identifican como elementos centrales en la decisión de las mujeres y hombres de involucrarse en sexo transaccional o en el comercio sexual”, señala la Endesa.

Por si fuera poco, el documento indica que la epidemia del VIH-Sida “a nivel nacional se concentra en hombres que tienen sexo con otros hombres, personas privadas de libertad, mujeres trabajadoras del sexo y población Garífuna”.

Solo un 34 por ciento de los hombres y de las mujeres de 15 a 49 años de edad tienen un conocimiento comprensivo de la prevención y transmisión de esta enfermedad mortal. Este panorama refleja un riesgo más de trabajar en ese “mercado del placer” donde cada día más hondureños llegan a vender lo único que tienen en la vida: su cuerpo.